Desde su entrada en vigor en 1994, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha beneficiado la actividad comercial e inversiones entre Estados Unidos, Canadá y México, generando un crecimiento económico sólido, fuentes de trabajo y mayor variedad de productos a precios accesibles, y ha sido un marco de referencia para diversos tratados comerciales alrededor del mundo.
Desde entonces, las autoridades aduaneras se encargan de identificar los productos que cumplen con las reglas de origen del TLCAN para aplicar los privilegios arancelarios establecidos.
Esto beneficia a productores, importadores y exportadores.
A pesar de la sólida relación comercial que se ha establecido en los últimos 23 años entre los países de América del Norte, el actual presidente de Estados Unidos -Donald Trump- afirmó, desde el momento de mostrar sus intenciones de competir por la presidencia, que su país se encontraba en franca desventaja con este acuerdo, considerándolo un acuerdo injusto y un desastre para su país.
El desequilibrio entre lo que Estados Unidos exporta a México -en comparación con lo que México importa a su país- ha sido su principal argumento de su posición ante el TCLAN.
Después de que Estados Unidos amenazara con terminar con el tratado, o por lo menos sacar a México de la jugada, los gobiernos de los tres países involucrados acordaron hacer una revisión con el fin de actualizar el Tratado de Libre Comercio.
¿Qué se busca con las negociaciones?
Las negociaciones iniciaron el 16 de agosto de este año y se estima que se extiendan hasta el primer trimestre del 2018.
El gobierno de Donald Trump envió un documento de 17 páginas en donde establece qué es lo que busca obtener con la actualización del tratado.
Entre sus intereses está mejorar la balanza comercial de Estados Unidos, reducir el déficit comercial con países del TLCAN, actualizar las reglas de origen con el fin de asegurar que los beneficios vayan a los productos hechos genuinamente en su país.
Establecer procedimientos estrictos para verificar que se cumplan las reglas de origen y promover buenas prácticas regulatorias, entre otros.
En cuanto a México, sus intereses dentro de las negociaciones se centran en 4 puntos principales:
- Fortalecer la competitividad de América del Norte en el resto del mundo.
- Avanzar hacia un comercio regional inclusivo y responsable.
- Aprovechar las oportunidades de la economía global.
- Promover la certidumbre en el comercio.
El transporte y aduanas serían los menos afectados
A pesar de que la finalización del tratado es un riesgo latente, el avance de las negociaciones ha ido mitigando esta posibilidad.
En el caso de que el TLCAN llegara a su fin o sufriera grandes reformas, la industria del autotransporte entre estas naciones no se vería resentida ni se alterarían los procesos aduanales, ya que éstos se rigen en base a otro tipo de acuerdos.
Tal es el caso el de Facilitación del Comercio de la Organización Mundial de Aduanas, que contiene disposiciones para agilizar el movimiento de mercancías y establecer medidas que faciliten la cooperación entre autoridades aduaneras y otras autoridades competentes.
Fernando Ruiz Harte -Director del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología- coincidió en que “cambiaría el tema arancelario, porque los procesos aduanales no tienen nada que ver con la negociación”.
En el transcurso de los años en materia aduanera se han realizado esfuerzos que no derivan únicamente del Tratado de Libre Comercio, sino directamente de la Organización Mundial de Comercio.
La autoridad aduanera no requiere de mayores revisiones si el TLCAN llega a su fin. Al contrario, se deberían agilizar sus regiones aprovechando que ahora las mercancías tendrían que ser más competitivas con el fin de ingresar a otros países.
Siendo así, México tendría que diversificarse más.
A pesar de que no se esperan cambios en los sistemas aduanales, cualquier tipo de modificación arancelaria podría generar confusiones que afecten al proceso logístico -algo totalmente comprensible-, pero volvería a su ritmo normal después de algunos meses.
El vicepresidente de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga (CANACAR), Refugio Muñoz, afirmó que “si ahora es complicado el cruce en la frontera para los camiones, los tiempos se pueden alargar más”.
El transporte entre ambos países se ve limitado ante el hecho de que, desde 1994, los camiones no pueden cruzar libremente.
Los activos sólo pueden acercarse hasta 20 millas de la frontera, de ahí las mercancías deben ser trasladadas a otro camión que realice el cruce, para luego ser colocadas en un transporte perteneciente al país de destino para concluir el trayecto.
Este proceso implica un gasto adicional de 400 millones de dólares al año.
¿Qué se puede esperar en la industria de autotransporte?
El transporte de carga moviliza la mayor parte los suministros que benefician a importantes sectores como el de automóviles, agrícolas y farmacéuticos y genera decenas de miles de puestos de trabajo directos e indirectos, beneficiando a América del Norte en conjunto.
Entre México y Estados Unidos se intercambian -diariamente- productos con valor de 1,400 millones de dólares, a través de 19 aduanas en la frontera norte. Son muchos años en los que se han estrechado lazos comerciales que serían imposibles de romper de la noche a la mañana.
En días pasados la American Trucking Associations (ATA), la CANACAR y la Canadian Trucking Alliance (CTA) lanzaron una declaración conjunta con respecto a su postura sobre la situación que enfrenta el TLC.
Instaron a los encargados de las negociaciones a conservar las políticas que por años han beneficiado al autotransporte, y que actualicen y modernicen favorablemente el tratado para que América del Norte siga siendo competitiva a nivel mundial, requiriendo de normas claras para el transporte y un cruce de fronteras más eficiente.
Resultados de la cuarta ronda de negociación
Según afirma el gobierno de México, en esta ronda se concretaron las discusiones en el capítulo de competencia y se lograron avances importantes en los temas de aduanas, facilitación del comercio, comercio digital y buenas prácticas regulatorias.
Lo que es un hecho es que, debido al peso de este acuerdo -el más grande en extensión territorial- cualquier modificación al TLCAN va a influir en las políticas comerciales del resto del mundo.
Un plan B
Canadá y México son el segundo y tercer socio comercial de Estados Unidos, tan solo por debajo de China. En cuanto a Canadá, ocupan el primer y tercer puesto.
Para México, estos dos países son sus socios principales. A pesar de sus diversos pactos comerciales con 46 países, el 83% de sus exportaciones no petroleras se dirigen a E.E.U.U. México se encuentra entonces en el lugar más vulnerable.
Idelfonso Guajardo Villareal, Secretario de Economía mexicano, afirmó que se está trabajando en la modernización de tratados comerciales con otros países como Argentina, Brasil y países europeos con el fin de diversificar mercados.
El Gobierno ya piensa en un plan B, que consiste en movilizar varias acciones de política pública que permitan sustituir los mecanismos de abasto para México.
En el peor de los escenarios, si el tratado llegara a su fin, las transacciones comerciales se regirían por la normativa de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
“Estados Unidos tiene tasas promedio más bajas que México. En caso de que acabara el Tratado, el efecto arancelario sería más alto para Estados Unidos que para México”,
comentó Fernando Ruíz, director del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior (COMCE).
El gobierno mexicano podría tomar una medida similar a la que utilizó en 2009, cuando se aplicaron aranceles de entre 10 y 20% a diversos productos de Estados Unidos por incumplimiento del TLCAN.