El avance de la tecnología ha cambiado las formas de llevar a cabo nuestras actividades cotidianas. Entre estas tareas se encuentran las relacionadas con las finanzas personales, como comprar, pagar, transferir y facturar.
El mundo de la contabilidad se encuentra en un proceso de cambios y evolución, que implican primordialmente estar al día con respecto a las nuevas posibilidades que abren los soportes digitales.
Los objetivos, sin embargo, son los mismos: mantener la legalidad y la salud financiera. Las técnicas para lograrlo son cada vez más sencillas.
A pesar de que se trata de un tema de innovación, esta evolución no es nueva ni sorpresiva.
Cada cambio tarda tiempo en ser planificado, autorizado e implementado. En el proceso deben ser avalados por las autoridades correspondientes, quienes se cercioran de que cumplan con las condiciones establecidas.
Tal es el caso de la autofacturación y, luego, de la aparición del Comprobante Fiscal Digital a través de Internet (CFDI), que ha servido para reemplazar a la autofacturación.
En México, se cuenta con un documento conocido como la miscelánea fiscal, que contiene las reglas para que el público -incluyendo autoridades y contribuyentes-, entienda los aspectos particulares de las leyes o códigos, así como sus modificaciones y actualizaciones.
La antigua forma de validar y comprobar operaciones mediante la autofacturación
La factura es el comprobante de los gastos que realizamos, como los pagos que recibimos o la adquisición de diversos servicios.
Las facturas físicas o impresas incluyen diferentes datos como el importe, la fecha, la cantidad y el nombre de los involucrados, entre otros.
La factura es la fuente de información necesaria para integrar las declaraciones anuales y llevar a cabo un proceso de facturación de manera ágil.
También resulta esencial para vigilar el cumplimiento de las obligaciones de los contribuyentes.
Como su nombre refiere, la autofacturación llegó a facilitar el proceso, ya que permitía que el mismo contribuyente fuera quien emitiera una factura.
Esto era de gran utilidad si se toma en cuenta que cada persona llega a realizar una, dos o varias facturas al mes.
De este modo, deducir la adquisición de ciertos bienes era posible aun cuando no se contara con documentación expedida por el vendedor que reunía todos los requisitos fiscales, tal como explica la revista digital especializada en temas fiscales, jurídicos y crecimiento patrimonial de la firma Flores Garibay.
Oficialmente y hasta el pasado mes de enero del año 2009, esta modalidad era aceptada en operaciones relacionadas a actividades específicas como la compra y venta de semillas y granos, así como las relacionadas con la agricultura, silvicultura, ganadería y pesquería.
La condición era que los ingresos de las personas físicas dedicadas a estas actividades no sobrepasaran 40 salarios mínimos en su ejercicio tributario inmediatamente anterior.
Entre las consideraciones de la autofacturación se encontraba la de permitir que los trabajadores que no se encontraban inscritos en el Registro Federal de Contribuyentes (RFC) pudieran expedir comprobantes fiscales para comprobar operaciones realizadas.
Sin embargo, esta regla cambió en enero de 2009, cuando el SAT anunció que la autofacturación perdería vigencia, a modo de abrir las puertas a un nuevo esquema electrónico. Ahora, prestadores de servicio emitirían a los adquirientes un CFD, es decir, un Comprobante Fiscal Digital.
La actual validación y comprobación con la utilización del CFDI
Este CFD fue la versión digital de las facturas en papel, con el mismo valor legal y nuevas condiciones de seguridad. Se trató de un esquema de facturación para generar y resguardar comprobantes de manera digital.
La siguiente etapa del CFD fue el CFDI o Comprobante Fiscal Digital por Internet; un avance que permitió que algunas empresas abrieran un portal personalizado para que sus clientes pudieran tramitar la facturación de sus compras desde cualquier lugar. Solo era necesario ingresar al portal y llenar el formulario.
Una práctica que resultó polémica en cuento al tema de la liberación de los datos personales y la protección de los mismos.
Además, el SAT obligó a las empresas que contaban con estos sitios a que entregaran las facturas aún si el cliente elegía no hacer el movimiento mediante dicho portal web.
Por otro lado, la entrega vía correo electrónica del CFD es obligatoria, se cuente o no con una página especial en Internet.
En las facturas o comprobantes emitidos digitalmente y por internet se incluyen datos con letra y número, pero también en otros lenguajes, como es el archivo XML que permite la lectura a las computadoras.
Así mismo incluye un archivo PDF con la información mostrada de forma directa para corroborar como quedaría la factura, un código de barras bidimensional, un sello digital para comprobar el origen, integridad y validez, y un folio que indica el número de la transacción.
En estos comprobantes se protege la información de manipulaciones o modificaciones, de modo que la verificación de la identidad del emisor y receptor es efectiva.
Obligación para personas físicas y morales
A partir del 31 de enero de 2009, con la Cuarta Resolución de Modificaciones a la Miscelánea Fiscal para 2008publicada en el Diario Oficial de la Federación, se derogó la regulación de la autofacturación, para dar paso a los CFD emitidos por personas autorizadas, así lo explica el sitio antes mencionado.
Desde entonces y hasta la fecha (2017) dicho dictamen se incluye cada año en la Miscelánea Fiscal.
Ahora, todos los contribuyentes están obligados a emitir los comprobantes digitales, como son “las personas que adquieran bienes, disfruten de su uso o goce temporal o reciban servicios”, tal como se lee en el reformado artículo 29 del Código Fiscal de la Federación y publicado en el DOF en diciembre de 2011.
Versiones de CFDI
Algunos requisitos para la emisión del CFDI son: contar con un certificado de firma electrónica avanzada vigente, tramitar ante el SAT el certificado para el uso de los sellos digitales.
Remitir al SAT el comprobante fiscal digital respectivo antes de su expedición, entregar o enviar a los clientes el comprobante fiscal digital en no más de tres días, y cumplir con las especificaciones que en materia de informática.
Todos los detalles se pueden consultar en la página oficial del Sistema de Administración Tributaria.
Es importante tomar en cuenta que el primero de julio de 2017 entró en vigor un nuevo formato de la factura electrónica, conocida como la versión 3.3 para facilitar la fiscalización.
Este cambio contempla que se debe preguntar al receptor qué uso le dará al comprobante; así se detallará la clave conforme los catálogos.
También se puede brindar un comprobante físico si así lo pide el receptor, mismo que no reemplazará a la versión digital. Sin embargo, a muchas personas les resulta de gran utilidad tenerlos impreso, como a los contadores.
Anteriormente se han presentado diferentes versiones de comprobantes digitales como son CFD 2.0, CFD 2.2, CFDI 3.0, CFDI 3.2 y CFDI 3.3.
Cada una obedece a los cambios y avances del sistema de facturación, con el fin de facilitar cada vez más el proceso de comprobación de operaciones financieras.
Generalmente, cuando hay una cambio o una nueva versión se otorga una prórroga o plazo para migrar a la última versión o a la más actual.
Es importante mantenerse informado y al tanto de las actualizaciones en temas fiscales. La invitación es a no quedarte atrás.